1- La víctima
Una salida a bailar
Fernando Báez Sosa tenía 18 años y era estudiante de la carrera de Derecho. En el verano del 2020 viajó a Villa Gesell a pasar sus vacaciones junto con su novia Julieta Rossi y algunos amigos en común. La noche del 18 de enero los jóvenes fueron al boliche Le Brique, donde en algún momento de la madrugada tuvieron una discusión con otro grupo de jóvenes. La seguridad del local bailable los separó y los corrió por puertas diferentes para evitar los disturbios dentro del boliche.
2- Los imputados
ocho rugbiers fueron acusados del crimen
Según la acusación planteada por la fiscal Verónica Zamboni, esa noche, luego de que los corrieran del boliche por haber tenido una discusión con la víctima, los rugbistas Máximo Thomsen (23 años), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Ayrton Viollaz (23), Blas Cinalli (21), Luciano (21), Lucas (23) y Ciro Pertossi (22); fueron a buscar a Fernando, que había salido por otra puerta y que se había ido a comprar un helado con dos de sus amigos. Los agresores emboscaron al adolescente en la calle y comenzaron a pegarle piñas y patadas en el piso. Incluso no permitieron que los amigos de la víctima pudieran acercarse a auxiliarlo.
3- Los padres
“Este dolor es eterno, jamás lo recuperaré”
“No entiendo, no comprendo; nunca aceptaré cómo chicos de la edad de Fer pudieron haberle hecho esto. Lo atacaron por la espalda, lo tiraron, le reventaron la cabeza... Ese cuerpito tan lindo que tuve nueve meses en mi panza”, declaró devastada Graciela Sosa, la madre de Fernando. La mujer le dijo a los jueces: “A veces me siento culpable de haberlo mandado a ese lugar, pero también se merecía las vacaciones. Este dolor es eterno, no lo voy a recuperar nunca”. El padre, Silvino Báez, contó lo terrible que fue para él tener que reconocer el cuerpo de su hijo en la morgue. “Fue duro porque una parte de mí estaba tirada en esa bandeja de acero inoxidable, lo vi con la cabeza reventada. Estaba chorreando sangre por todas partes, no lo podía ni tocar”, manifestó.
4- Los amigos
“No tuvo posibilidad de defenderse”
“Fue un instante en el que vino gente gritando y le pegaron. Fernando se cayó al piso, y ahí fueron patadas y piñas a la cabeza y al pecho. No hubo acto de defensa”, aseguró Lucas Filardi, uno de los amigos de la víctima que declaró conmocionado ante los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari. “La primera piña fue dirigida a Fernando, fue una golpe muy fuerte a la cara, directo al rostro para desestabilizarlo. Él no se lo esperaba, fue algo repentino”, declaró el joven. También contó que cuando intentó intervenir también recibió golpes y terminó cayendo contra un auto. Filardi pudo identificar a Thomsen y a Luciano Pertossi Los demás amigos de Fernando brindaron un relato muy similar del hecho. Fernando Besuzzo reconoció al imputado Comelli y Matías Corbo pudo identificar a Viollaz como uno de los agresores.
5- Otros jóvenes
“A este me lo llevo de trofeo”
No sólo los amigos de la víctima (testigos de parte) se quebraron al revivir el traumático momento, también lo hicieron otros jóvenes que habían ido a bailar esa noche. “Estaba Thomsen pegándole al chico, que después fallece. Recuerdo que le pega dos patadas en la cabeza, como puntinazos. Luego lo agarra y le vuelve a dar dos o tres patadas”, describió Tomás Bidone en un relato que se entrecortaba por el llanto. El Tribunal intentó tranquilizarlo. El joven, que casualmente se iba de la discoteca cuando ocurrió el ataque en la calle, pudo reconocer también a Ciro Pertossi, entre los que pateaban a Fernando y a Matías Benicelli, Lucas Pertossi o Ayrton Viollaz entre los que enfrentaban a los amigos de Báez Sosa.
“Tenía un golpe muy fuerte en la cara y otro golpe en la cabeza. Saqué las manos llenas de sangre”, contó Virginia Pérez Antonelli, la joven que intentó reanimar a Fernando con RCP. “Fue tremendo, se oían muchos gritos de ‘dale, dale, dale’ y eso iba acompañado de golpes, (los atacantes) no paraban un segundo. Uno en particular era una bestia, muy grandote, alto y cachetón”, agregó. Tatiana Caro, una joven que estaba en un bar lindante al boliche dijo haber escuchado a uno de los agresores gritar: “quédate tranquilo que a este negro de mierda me lo llevo de trofeo”.
6- Los guardias del boliche
“En 20 años nunca vi tanta brutalidad”
“Nunca vi nada igual. Hace 20 años que laburo de esto y jamás vi una cosa así. Una saña brutal. Veía patadas, patadas y patadas”, aseguró el jefe de seguridad del boliche Le Brique, Alejandro Claudio Muñoz. “Mis compañeros me marcan a Thomsen, uno de los que se estaba peleando. Cuando lo voy a agarrar para reducirlo él hizo tanta fuerza que no pude solo y me tuvo que ayudar un compañero. Lo sacamos y se fue con los otros hacia la esquina”, relató. Sobre la pelea posterior, indicó: “veo que todos los chicos, los rugbiers, vienen corriendo y se van turnando. Algunos cubrían a los amigos y otros iban a pegarle a Fernando. En un momento, Fernando se quiso levantar y un chico de pelo largo y rodete le pegó una patada. Eran patadas y patadas. Fernando no se levantó nunca más y le seguían pegando”, describió. Otros dos patovicas fueron coincidentes con Muñoz.
7- Trabajadores de Gesell
“Se fueron riéndose, contentísimos”
Andrea Ranno, la recepcionista de un hotel de Gesell ubicado a media cuadra del boliche, describió una faceta aún más cruel de los agresores. La mujer llegó a escuchar: “le rompí la ‘jeta’, ¿viste?. Le llené de sangre la jeta”, mientras uno de los jóvenes decía eso, los demás se reían y festejaban, según la testigo. “Todos se sentían partícipes de ese festejo. Siguieron caminando muy exaltados, contentísimos y felices”, sostuvo, y señaló a Thomsen y a Benicelli como dos de los jóvenes que integraba ese grupo. Otro testigo, Marcos Acevedo, tenía su taxi estacionado en la puerta de Le Brique esa noche. “A Fernando lo sacan y quiere reingresar en buenos términos. Cuando cruza la calle lo veo tomando un helado. (Del boliche) sacan a otros chicos totalmente exaltados. Se van y vuelven. Van derecho a Fernando y empiezan a pegar sin mediar palabra”, describió el chofer. Acevedo agregó que a la víctima le gritaron: “negro de mierda, ahora que estamos afuera por qué no me decís lo que decías adentro”. Por su parte, Sebastián Saldaño, quiosquero de esa cuadra, testificó: “le gritaban cosas con bronca al chico (Báez Sosa). Se aseguraron de que no se levantara, miraron alrededor y se fueron. Fue un golpear y golpear”. Además detalló que vio cómo los agresores le daban a Fernando patadas en la cara y la cabeza.
8- Los Policías
Una zapatilla con sangre y una coartada
Mariano Rolando Vivas fue uno de los policías que participó del allanamiento en la casa de Gesell donde los rugbiers se alojaban. Allí encontraron una zapatilla con restos de sangre y 10 celulares que fueron secuestrados. Según recordó el efectivo de la bonaerense: “Thomsen manifestó que ese calzado era de (Pablo) Ventura”. Así comenzó la persecución en contra de Ventura, que fue detenido erróneamente en esta causa y luego liberado. Por otro lado, también declararon los policías Carlos Aníbal Contino y Leandro Barrera, quienes recordaron que esa noche hubo jóvenes que describieron que uno de los agresores usaba rastas. Los efectivos buscaron, pero no ubicaron a un sospechoso con esas características. Pudo haberse tratado de una confusión, porque según Contino: “ese noche tuvimos seis disturbios, anduvimos de un lado al otro”.
9- El remero
“No los perdonaría por lo que me hicieron”
“Yo me enteré después de que ellos me nombraban siempre, pero ninguno nunca me dijo nada en la cara”, expresó Pablo Ventura, un remero de Zárate que había sido señalado en enero de 2020 como uno de los acusados del crimen. Al declarar, el joven consideró que Lucas Pertossi podía haber sido quien intentó incriminarlo, porque dijo que en los boliches solía mirarlo mal. Luego, por el testimonio de un policía se conocería que Thomsen sería quien lo habría apuntado como el responsable. Por esa falsa información, Ventura fue detenido en Zárate, en casa de sus padres, al poco tiempo de que lo nombraran. El joven estuvo unos días detenidos hasta que pudo probar que ni siquiera había estado en Villa Gesell esa noche. Por esa injusta detención, el remero demandó al Estado. “No los perdonaría, pero no siento odio. No me sorprendió lo que hicieron”, sostuvo. “Espero que se haga justicia y que paguen por lo que hicieron”, agregó.